Por las calles de Buenos Aires, los destinos firmados por creencias populares pero absueltos también por los abrazos amigos y por el más bello gorjeo de los pájaros.
Maldiojo me enseñó a cazar gorriones, con una media vieja de lanilla desechada por su madre, que lavaba ropa a domicilio para ayudar así a la economía de la casa.
Vivíamos en la calle Oruro, en un principio simple traza de una ruta utilizada para llevar bloques de basura hacían los vaciaderos de la quema, vasto solar de la avenida Amancio Alcorta, que fue vejado por generaciones con toneladas de desechos y que fuente de refugio a verdaderas bandas de malandras.
Escuchá la columna completa de Juan Ferrari, con el texto de Rodolfo Perri, en Radio Perfil FM 101.9.